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  • Foto del escritorMarisol Ramoneda

¡Hasta luego, Lucas!



En casos de ruptura y de divorcio, cada vez es más habitual, que nos encontremos con adolescentes entre 13 y 16 años que deciden no respetar el reparto de días entre sus padres, ya sea guarda exclusiva o compartida.


Estos movimientos, consistentes en querer pasar más tiempo en una casa, suelen coger por sorpresa al progenitor con el que el adolescente quiere reducir su estancia. Además, este padre o madre se plantea muchas dudas sobre qué es lo que le ha llevado a su hijo a tomar esta decisión y de si él mismo ha sido un buen padre/madre.


Después de años dedicados a evaluar y a asesorar a progenitores en temas post ruptura las causas más frecuentes detectadas en consulta que hacen referencia a este interrogante son las siguientes:

  • Existencia de una mayor afinidad con uno de sus progenitores.

  • Enfermedad, trastorno o abuso de sustancias en el núcleo habitual de convivencia.

  • No congeniar con la pareja o hijos (si los hubiese) de uno de sus núcleos familiares.

  • Ampliación de la familia en el núcleo no habitual de convivencia (Ej: nacimiento de un hermano….)

  • Pautas educativas más flexibles en uno de los hogares (permitir horarios amplios de salidas con amigos, jugar con el móvil …)

  • Promesas económicas y lúdicas por parte de uno de los adultos que incentivan un cambio de hogar.

  • Deseo de los menores de “justicia” e “igualdad” en las condiciones entre sus padres (“Si os quiero a los dos, ¿Por qué no puedo vivir con los dos?”, “Si hasta ahora he pasado más tiempo contigo, ahora me toca pasar más tiempo con él/ella”).


Algunos aspectos que pueden ayudar a los padres a entender la situación son los siguientes:

  • La mayoría de veces no existe un único motivo, sino una multi causalidad.

  • Sea cual sea el argumento y sea una decisión propia o inducida por un progenitor, supone un cambio y como la mayoría de cambios en un inicio genera miedo, dolor, inseguridad y rabia.

  • El traslado de una casa a la otra, a veces ocurre de forma tranquila y otras veces de forma inesperada, después de una discusión. El enfrentamiento en sí no suele ser la causa, aunque sí el desencadenante de la nueva situación.

  • Suele ocurrir en la adolescencia al ser en esta etapa vital cuando se gana en autonomía y en la capacidad para expresar lo que uno quiere.


Si esto os ocurre a vosotros algunas sugerencias son:

  • Mantened la calma. Que vuestro hijo pase más días en la otra casa no significa que no pase tiempo con vosotros o que no lo volváis a ver.

  • Sed cautos con las palabras que le dirigís a vuestro hijo, pues las emociones negativas pueden llevaros a que les digáis cosas de las que luego os arrepentiréis (Ej: “Si te vas, ¡No vuelvas!”).

  • Dejad una puerta abierta al adolescente por si en un futuro quiere volver (esto no implica debilidad).

  • Hablad entre vosotros, los padres, (en la medida de lo posible) para valorar si la decisión de vuestro hijo está o no justificada y si esta no es fruto de una decisión reflexiva o bien es inmadura.

  • Si la nueva organización se mantiene en el tiempo, mirad de reajustar lo antes posible las consecuencias derivadas de dicho cambio (logística, aspectos económicos y legales).

  • No olvidéis de que si existen hermanos se ha de tener en cuenta cómo repercute en ellos este movimiento familiar.

  • Sobre todo, mirad de consensuar las pautas educativas referentes al uso y tiempo que vuestro hijo va a dedicar a los móviles, ordenadores, y otros dispositivos.


En el caso de no saber cómo gestionarlo podéis siempre pedir un asesoramiento profesional. Y recordad que en cada movimiento existe también una parte positiva. Nuestro deber es reajustarnos a la vida y disfrutar de cada una de las etapas vitales.

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