La coordinación de la parentalidad es un proceso alternativo de resolución de conflictos no contencioso, ordenado judicialmente o acordado por los progenitores, separados o divorciados, que presentan un patrón continuado de conflictos y/o litigios abiertos en relación a sus hijos.
El objetivo principal del coordinador de la parentalidad es asistir a los progenitores a implementar el Plan de parentalidad (organización postdivorcio) de manera que se busque el mayor interés para los hijos y se minimice el conflicto familiar, a la vez que se mantienen unas relaciones parento-filiales seguras, sanas y significativas.
Algunos puntos clave que te pueden ayudar a elegir a un buen profesional para que trabaje contigo, con tu ex cónyuge y con los hijos comunes son:
1.- Que tenga formación en salud mental, derecho de familia y en técnicas de mediación.
Es decir, un conocimiento multidisciplinar en etapas de duelo, problemas mentales en adultos y niños, disfunciones que se producen en la post-ruptura, con conocimientos del mundo jurídico, de los operadores existentes y de los recursos posibles. A lo anterior necesita conocimientos en mediación (capacidad de escucha activa, neutralidad …).
2.- Que sepa moverse con agilidad en el entorno jurídico y social
Ha de conocer cómo funcionan los circuitos habituales administrativos, de derivación, los plazos temporales …. , además de los recursos existentes, tanto públicos (Equipos técnicos de valoración, punts de trobada, centro de acogida, CDIAP, CSMIJ…) como las entidades privadas.
3. - Ha de tener experiencia en el trabajo con familias conflictivas
Ha de saber detectar el conflicto y lidiar con el mismo cuando existe algún trastorno o rasgo de personalidad disfuncional en los progenitores y/o hijos.
4.- Diferenciar su función como Coordinador parental de otros roles
Tener claro que la función como coordinador no es ejercer de perito forense, terapeuta individual o familiar o de mediador.
5.- Idóneas competencias personales
Básicamente se requiere paciencia y constancia, pero también tener una visión global de la situación y poder ejercer cierta autoridad. A ello se añade el saber dialogar con los distintos interlocutores (letrados, personal de la Administración de Justicia, terapeutas, profesores, los miembros de la familia…). En ocasiones tienes que estar dispuesto a soportar una alta presión cuando alguna de las partes intenta descalificar la labor realizada.
Espero que estas indicaciones os hayan servido de utilidad. Marisol Ramoneda
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